• May 28, 2023
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Se sabía desde hacía algún tiempo que el hechizo se había roto. Pero era difícil imaginar un colapso como el de Leicester City, que pasó del descenso al Campeonato en los siete años desde que ganó la Premier League. Ahora el dilly ding dilly dong de 2016 es una melodía que duele la cabeza, el tañido de una sentencia de muerte.

La aritmética llega en esta última jornada de la Premier League: el Everton se salva, partiendo con dos puntos de ventaja sobre Leicester y Leeds (33 contra 31) y desafiando al Bournemouth en Goodison Park. Los Foxes ganaron 2-1 en el King Power Stadium ante el West Ham, pero no fue suficiente, dado el triunfo simultáneo del Everton ante el Bournemouth (1-0).

El Leicester vuelve a la segunda división después de nueve años: la última vez fue en 2014, cuando los Foxes de Nigel Pearson ganaron el Championship, redimiendo la burla del año anterior. De hecho, en 2013 la final de los playoffs se había desvanecido con una de las acciones más icónicas de los últimos veinte años del fútbol inglés, la del gol del Watford que llegó segundos después de un penalti fallado por el Leicester.

Así la exención de Pearson (también gracias al relato de su hijo, excluido de la convocatoria por un partido durante una gira) y la llegada de Claudio Ranieri. Primero también burlado por el gran ex Gary Lineker, luego elegido “Señor” y “Rey” por la hazaña más extraordinaria de las últimas décadas del deporte. Un campeonato, el Premier ’15-’16, ganado frente a los grandes nombres. Lineker cumple su penitencia, apareciendo en la televisión en ropa interior, mientras en Leicestershire agradecen al rey Ricardo III, cuyos huesos habían sido encontrados bajo un estacionamiento y, según la leyenda, habían traído buena suerte al club.

Al año siguiente aquí es el escenario de la Champions League. Grupo con Oporto, Copenhague y Brujas, terminó primero. En octavos de final, los Zorros eliminan al Sevilla, vigente campeón de la Europa League. Parará en cuartos de final, derrotado por el finalista Atlético de Madrid el año anterior. Mientras tanto, sin embargo, el mal desempeño en la Premier League lleva al despido de Claudio Ranieri, reemplazado por su suplente Craig Shakespeare.

2018 es el año de la tragedia, la muerte del presidente tailandés Vichai Srivaddhanaprabha, asesinado por el incendio provocado por la caída de su helicóptero a escasos metros del estadio. El control del King Power Group, propietario de varias tiendas libres de impuestos en aeropuertos, pasa a su hijo Aiyawatt, quien también se convierte en presidente del club.

Si en el frente deportivo las cosas mejoran gracias a la gestión de Brendan Rodgers, iniciada en 2019, la empresa tailandesa entra en crisis principalmente por la pandemia, con una caída del 50% en las ventas en los primeros meses de 2020. Así, mientras los Foxes regresan a Europa, incluso rozan la clasificación a la Champions League por dos años consecutivos (en 2021 se desvanece hasta la última jornada), y sobre todo ganan la FA Cup por primera vez en la historia, el club debe enfrentar costos crecientes y minimizar inversiones. incluso en el mercado.

Hasta esta temporada dramática, con una crisis que empezó antes de la interrupción por el Mundial, una recuperación invernal y un nuevo hundimiento en primavera. Un descenso que desemboca en la separación de Rodgers, sustituido por Dean Smith, leyenda del Aston Villa en el segundo descenso consecutivo tras el año pasado con el Norwich.

Pero, ¿cómo se explica la caída del Leicester? Ciertamente se sintió la falta de líderes como Kasper Schmeichel, quien se mudó a Niza en el verano, y Marc Albrighton, ahora en la AMB. Ahora solo hay dos veteranos de la victoria de la Premier League, Amartey y, obviamente, Jamie Vardy. Sin embargo, a sus 36 años no era suficiente para arrastrar al equipo, por lo demás formado por jugadores jóvenes que no estaban a la altura y jugadores de poca calidad técnica.

El emblema de la desafortunada temporada del Leicester es el partido del 30 de diciembre en Anfield contra el Liverpool: varias oportunidades sensacionales perdidas, y luego dos cómicos goles en propia puerta en pocos minutos del defensa Wout Faes. Tampoco ayudó la situación de dos dioses.

los jugadores más fuertes de la plantilla, Soyuncu y Tielemans, ambos con contrato que vence a finales de junio. La defensa fue otro punto débil (68 goles encajados en 38 jornadas), y los dos jugadores de mayor calidad en la delantera, Maddison y Barnes, fueron inconsistentes.

Por fin una curiosidad. El 7 de mayo de 2016, Ranieri celebró su victoria en la Premier League en un escenario en el centro del King Power Stadium. Irónicamente, los oponentes ese día fueron el Everton, el mismo equipo que condenó a los Zorros hoy. Junto a él estaba Andrea Bocelli cantando “Time to win again”, la versión en inglés de “Con te partirò”. Los videos de YouTube muestran a los jugadores juveniles en el césped del estadio, y por un momento vemos a Harvey Barnes sonriendo, todavía en el equipo juvenil en ese momento. El que, pese a haber nacido en Burnley, juega en el Leicester desde 2007, cuando tenía 10 años, hoy parecía uno de los más desesperados. Había marcado el gol del 1-0, la ventaja que daba a la afición la ilusión de la salvación. Su memoria se precipitará a esa fiesta, a esas canciones ya esos momentos de alegría. El Leicester tendrá que partir de ese apego para volver a la Premier League.